viernes, 4 de febrero de 2011

El cocido de Lalín calienta motores

   
(Dada la proximidad de la fecha de la gran fiesta del cocido de Lalín, recuperamos a primer plano ahora, de las "entradas" del pasado mes de noviembre y por que no tengan que buscarla tan atrás, ésta que entonces le dedicamos a tan suculenta celebración)  

      Probablemente no sea justo acotar fecha precisa para la conveniencia de degustación de un buen cocido. Todo el largo otoño, y el aún más largo invierno, y hasta el arranque primaveral, cuando la estación viene húmeda y ventosa, como con tanta frecuencia ocurre, son tiempo adecuado para la solemne sentada que un cocido impone. En Galicia, hablar de cocido es hacerlo de palabras mayores en la oferta de nuestro recetario tradicional. Y aunque, en buena ley, cabe decir que cada villa, y hasta cada parroquia, tiene, y presume con buena razón, del suyo, el que hacen en Lalín es, sin duda, uno de los más contundentes.
Esta industriosa villa pontevedresa, que a todo logra sacarle buen partido, está volcada ahora en la promoción de su “centralidad”, con un nuevo slogan a sumar a ese ya tradicional de “capital del cocido”: “Lalín, kilómetro cero de Galicia”, al que le da derecho la circunstancia cierta de su ubicación geográfica, en el centro de nuestro mapa regional, lo cual viene a traducirse -así lo entienden sus munícipes- en la ventaja turística de hallarse a un paso, desde allí como base, de cualquier salto posible a cualquiera de nuestras cuatro esquinas.

      Para que conociéramos esto, y las posibilidades que ofrece, y también como singular “hermanamiento” entre los dos “kilómetros cero”, y, por supuesto, para recordarnos que está ahí, a la vuelta de la esquina, el “mes del cocido” en Lalín (entre el 15 de enero y el 15 de febrero), que servirá de prólogo a la gran cita anual de la Feira do cocido de Lalín, reconocida como Fiesta de Interés Turístico de Galicia, que el 27 de febrero de 2011 celebrará su cuadragésimo octava edición, el pasado jueves, por la concurrente iniciativa del empresario hostelero Melquíades Álvarez, que aportó cocina y refectorio apropiado, en su espléndido Hotel Preciados; del rvdo. Andrés Ramos, lalinense de pro y páter capellán de las múltiples asociaciones de gallegos afincados en Madrid, que convocó a la treintena de afortunados comensales; y de la Concejal de Cultura del Ayuntamiento lalinense, Nuria Rodríguez Carral, que de allí se trajo los ingredientes básicos de la pitanza, junto con el entusiasmo y galanura que le son propios, nos fue dado disfrutar un soberbio anticipo, auténticamente memorable, de tan celebérrimo cocido. Véase, si no, la muestra gráfica -qué pena que internet no sea capaz, todavía, de participar otros efectos sensoriales más explícitos- de cómo se las gastan en Lalín.


Y su receta...

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