Como siempre, me he levantado hoy a una hora temprana. Y con el primer café, las noticias de la radio me han traído la reconfortante y esperanzadora actualidad de que, al parecer y al menos a esta hora, la vida ciudadana parece más bien apuntar a una relativa normalidad en el arranque de la jornada laboral de este jueves, que los principales sindicatos de izquierdas han señalado como de Huelga General en España. Yo, he de decirles, no estoy nada de acuerdo con esa convocatoria.
No, señor. Nada en absoluto con que pueda ser oportuno hacer tal llamamiento ahora, cuando la crisis apunta, si no se adoptan con urgencia drásticas medidas de control y de reforma, a un abismo de desplome total, “a la griega”, de horripilantes consecuencias. A todas luces, para mí, se trata de una huelga ciento por ciento política, convocada por una izquierda sindical vergonzante, que ha sido cómplice, con total descaro y sumisión, del nefasto gobierno anterior del señor Zapatero, principal culpable, a mi modo de entender, de la muy precaria situación que de él hemos heredado, y hoy padecemos con tanta angustia.
Así pues, coherente con esta posición mía, se me ha ocurrido que, si hay un día en el que debo trabajar es, precisamente, hoy. Con 59 años que tengo, debiera coger el coche y marchar raudo a Prado del Rey, para fichar allí mi entrada el primero en la Casa de la Radio. Pero, resulta que no puede ser, porque desde hace cinco años ya, estoy pre-jubilado.
Sí señor, instalado en mi casa y muy bien pertrechado, por cierto, con un magnífico sueldo, que esos mismo sindicatos que hoy convocan negociaron en su día tan hábilmente con RTVE, en un insólito ERE que hizo que, así de un golpe, más de 4.000 profesionales, los más como yo, cincuentones y bien curtidos de brega, plegáramos en las redacciones y en los estudios de audio y de video, y dispusiéramos nuestra vida, tan insólitamente, en un pis plás, al obligado y novedoso acomodo del horizonte ocioso. Muchos, por lo que yo sé, optaron por el golf, y hoy lucen un bronceado natural que es admiración y envidia; otros hubo que eligieron la floricultura del pequeño jardín trasero del adosado, y hoy podan, riegan y trasplantan con admirable habilidad. Y, en fin, otros muchos, como yo mismo, hemos optado por crear el ensueño de una doméstica redacción propia en la esquina ocupada del salón familiar. Pero, claro, ni tenemos contrato, ni convenio, y ni siquiera jornada. Por no tener, ni siquiera tenemos carnet sindical, ni consecuentemente pagamos cuota por ello; aunque en eso, es verdad, nuestra singularidad no debe llamar nada la atención, porque nos sitúa a la par con el 95 por ciento de la población asalariada española.
Sí señor, instalado en mi casa y muy bien pertrechado, por cierto, con un magnífico sueldo, que esos mismo sindicatos que hoy convocan negociaron en su día tan hábilmente con RTVE, en un insólito ERE que hizo que, así de un golpe, más de 4.000 profesionales, los más como yo, cincuentones y bien curtidos de brega, plegáramos en las redacciones y en los estudios de audio y de video, y dispusiéramos nuestra vida, tan insólitamente, en un pis plás, al obligado y novedoso acomodo del horizonte ocioso. Muchos, por lo que yo sé, optaron por el golf, y hoy lucen un bronceado natural que es admiración y envidia; otros hubo que eligieron la floricultura del pequeño jardín trasero del adosado, y hoy podan, riegan y trasplantan con admirable habilidad. Y, en fin, otros muchos, como yo mismo, hemos optado por crear el ensueño de una doméstica redacción propia en la esquina ocupada del salón familiar. Pero, claro, ni tenemos contrato, ni convenio, y ni siquiera jornada. Por no tener, ni siquiera tenemos carnet sindical, ni consecuentemente pagamos cuota por ello; aunque en eso, es verdad, nuestra singularidad no debe llamar nada la atención, porque nos sitúa a la par con el 95 por ciento de la población asalariada española.
En fin, a lo que vamos: que hoy es día de huelga…y yo, está claro, no quiero sumarme a ella. ¿Qué debo hacer, pues, para significar con claridad esa determinación en este blog? Pues, se me ocurre que no habría mejor modo que el de aprovechar para contarles alguna “historieta” apropiada, que pueda servir al doble fin de poner de manifiesto mi expresa voluntad de boicotear esta injusta, aviesa e interesada convocatoria, y de ejercer al tiempo, como el cuerpo me pide, de “esquirol” en este día.
Y así decidido, ahí va el caso y la cuestión que hoy les aporto…
BOICOT Y ESQUIROL
Estas dos palabras, como la mayoría que son de uso común en un idioma, tienen su origen bien determinado, y curioso.
Charles Boycott |
En el caso de la palabra “boicot”, que el Diccionario define como “acción de boicotear”, es decir “privar a una persona o entidad de toda relación social o comercial para perjudicarla y obligarla a ceder en lo que de ella se exige”, resulta ser un anglicismo derivado de un nombre propio, el del capitán Charles Boycott (1823-1897), quien ejerció, en tierras de Irlanda, como administrador general de un importante terrateniente. Su actitud de presión extrema ante los campesinos arrendatarios hizo que éstos emprendieran contra él una campaña de unión y resistencia de todos los granjeros. Después de duras pugnas, en 1880 el caso trascendió y alcanzó eco en la prensa londinense, y The Times comenzó a utilizar el término “boicotear” (boycotting) para designar este tipo de resistencia. Finalmente, la Liga Agraria Irlandesa, atendiendo a la presión de los granjeros descontentos, accedió oficialmente a que los campesinos pudiesen evitar a Boycott y abstenerse de alcanzar ningún acuerdo o negocio con él.
Santa María de Corcó-L'Esquirol |
Y en lo que hace a la palabra “esquirol”, su raíz y origen nos es muchísimo más próximo. Según la definición de la RAE, el término hace referencia al “obrero que se presta a realizar el trabajo abandonado por un huelguista”.
Pues, bien. Empecemos por significar que el término “esquirol” es común en el idioma catalán, y significa “ardilla”. Pero por ahí no va la cuestión, porque ese sentido de rompe-huelgas nada tiene que ver con el ágil y astuto animal. No. La cosa del enlace viene, según opinó en su día el erudito José Pla, del nombre popular que se daba, en el último tercio del siglo XIX, a la población barcelonesa de Santa María de Corcó, que era enclave también conocido popularmente como L’Esquirol, al igual que sucede hoy en día, donde los dos términos se muestran unidos como denominación única de la localidad.
Cuenta Pla que en una de las primeras huelgas que hubo en Cataluña, en esa industriosa comarca de Osona, para sustituir a los huelguistas los patronos trataron de reclutar obreros de otros pueblos de la zona. Y resultó ser que, en aquella ocasión, uno de los que aportó un mayor contingente de obreros sustitutos fue ese pueblo. Inmediatamente, como suele -o solía- ocurrir en estos casos, el fenómeno corrió la voz de “esquiroles” para denominar a aquellos obreros insolidarios que ocuparon plaza de sustitutos. Incluso, con el tiempo, la terminología social de todo el mundo acabó por asimilar el término esquirol como definitorio de tal comportamiento. En castellano, la palabra ya fue incorporada al Diccionario en 1899.
Buenísimo tu artículo Manolo, estoy muy de acuerdo con todo lo que he leído.
ResponderEliminarAcabo de encontrarte desde Facebook, pues soy de Ortigueira y por medio del un amigo te he visto y te voy a seguir, me gusta como escribes.
Los mejores saludos paisano.
Armando Beceiro
Pues, muchas gracias...y bienvenido.
EliminarTotalmente de acuerdo, Manolo. Calcula el lucro para los dos sindicatos con el ERE que te ha afectado...
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