domingo, 27 de mayo de 2012

Albaricoque, delicada precocidad

      Si hay un tiempo especialmente jocundo y pródigo en novedades para nuestra despensa, es éste en el que estamos de la primavera. En el capítulo de frutería, el catálogo primaveral se produce, como es fácilmente constatable en estos días, en un continuo y sucesivo encadenamiento de tentaciones. Una de ellas, que a estas alturas apunta ya hacia a su plena sazón, es el dulce albaricoque.
      El aprecio por el albaricoque tiene una larguísima trayectoria histórica. Algunos estudiosos sitúan su origen primigenio en China. Desde aquellas lejanías asiáticas habría ido progresando lentamente la extensión de su cultivo hacia occidente. Las legiones romanas lo descubrieron, en el primer siglo de nuestra Era, en Armenia, y ello llevó al tratadista Columela a fijar, por su cuenta y riesgo, en esa región de Asia Menor el presunto solar originario de este árbol frutal, al que, fiado en esa razón concurrente, el naturalista Linneo, en el siglo XVIII, bautizó y clasificó botánicamente como “Prunos Armenicum”. Sin embargo, los viejos romanos no lo conocieron así, sino que lo llamaron “malum persicum praecox”, es decir, “melocotón temprano”. También los árabes fijaron su atención en esa circunstancia de preceder la cosecha del albaricoque a la del melocotón, al bautizarlo como “al-barque”, que significa, precisamente, “precoz”, y de donde procede, como ya han adivinado, nuestro nombre español “albaricoque”.
"Albaricoques, bollos y recipientes". Bodegón de Luis
Meléndez (S. XVIII). Museo del Prado
      Una muestra más, también significativa, de lo que las raíces etimológicas nos dan y ofrecen sobre características esenciales de los productos, es el nombre que el albaricoque tiene en griego. Los clásicos helenos le llamaron abras, que significa “delicado”, cualidad ésta que es, ciertamente, muy distintiva del albaricoque, y que nos aconseja limitar su compra en el mercado a la cantidad que realmente vayamos a consumir en un tiempo muy breve, ya que los albaricoques, como muchos habrán comprobado con lamento, se estropean en muy poco tiempo.
Variedad Currot, de menor tamaño
      A día de hoy, a nuestros mercados llegan al menos una docena de variedades. Obviamente, unas son mejores que otras, aunque todas, en cualquier caso, cumplen los mínimos requisitos de dulzor y fragancia aromática que definen al fruto. La variedad más temprana es la Currot, caracterizada por su pequeño tamaño y piel delicada de color blanco-rosáceo. Su pulpa también es blanquecina y bastante menos sápida que la variedad ideal, que llega un poco más tarde, apuntando a la medianía de junio, la Moniquí, de mayor tamaño, piel amarillenta, color más marcado, pulpa turgente y carnosa, y un sabor intenso y extremadamente dulce.
Variedad Moniqui
      En España, las plantaciones de albaricoque más importantes siguen ubicándose hoy en día en los mismos lugares donde los árabes iniciaran su cultivo: Andalucía, Murcia y Valencia.
      Además de su consumo en fresco en temporada, el albaricoque tiene una utilidad particularmente apreciada en mermeladas y confituras para consumo todo el año.
      También se adorna el albaricoque con una singular fama legendaria nada desdeñable: su efecto como potenciador de la memoria. Esta cualidad maravillosa, ciertamente no está demostrada científicamente, pero le puede dar cierto crédito y aval el hecho cierto de ser el albaricoque un fruto especialmente rico en fósforo y magnesio. No lo olviden…y buen provecho.






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