miércoles, 1 de febrero de 2012

Algo que contar...


      Sí, es verdad y muy cierto que desde hace algunas semanas sé que tengo que contarles algo. Algunos de mis amigos más próximos ya lo saben desde casi la primera hora en que yo mismo tuve conocimiento del dramático avatar. Otros, y pienso ahora en los vecinos de mi querida Ortigueira, también están, los más de ellos a estas alturas, al cabo de la noticia. ¿Y cuál es tal?: Pues, suena que cruje -a qué negarlo- y ciertamente asusta, aunque los continuos avances de la ciencia médica desacrediten cada vez más su siniestro acento: cáncer.
      Tal enfermedad padezco. Sí. El que ha hecho presa en mí es de pulmón, y se sitúa concretamente en el mediastino, es decir, centrado (como de siempre lo he sido yo), tirando hacia la mitad entre los dos pulmones, siniestramente arrimado a la bifurcación bronquial de la tráquea. Ahí está, do lo hemos descubierto, trampulleiro y criminal, agazapado. Ahí ha venido a instalarse el gran enemigo, la fiera alevosa contra la que ya estoy luchando desde hace algo más de un mes.
      Contarles de esta intimidad tan personal, desde luego tiene su aquel, y no es nada fácil decidir sobre si al fin es, o no es, pertinente. Al final, como ya están leyendo, he optado por contarlo, por exponerlo aquí al conocimiento general, más allá del que ya tienen mis más directos conocidos. Y eso así porque, tanto en general como ahora para mí mismo, tengo el convencimiento de que desdramatizar, en lo que sea posible, la propia palabra “cáncer” ya es un buen paso de eficacia para mejor combatirlo. No se trata, por supuesto, ni de hacer alarde de impudorosa exhibición, ni mucho menos de restarle preocupada entidad a un padecimiento que, sin duda, es grave y trascendente, capaz de hipotecar la propia vida, y que, en todo caso, de manera inevitable establece en el paciente que lo sufre un antes y un después que deviene al fin en marca indeleble. Todo eso es cierto; como lo es también, por fortuna, el ingente avance registrado en cuanto al arsenal terapéutico del que hoy la medicina dispone para mejor combatirlo. Por cierto que, muy al hilo de esto último vendrá subrayar aquí la impresionante constatación que yo mismo he experimentado respecto de la entidad de tal arsenal en juego en nuestra Sanidad Pública. Simplemente, una maravilla. En apenas un mes, con una celeridad que llega a hacerse espectacular, el protocolo de recursos humanos y técnicos que en torno a mí se ha desplegado para, primero, concretar y precisar el diagnóstico, y, segundo, disponer con casi instantánea urgencia las pautas terapéuticas para encarar la enfermedad, ha sido impresionante y ciertamente inmejorable. Insisto, y ahora con pleno convencimiento: ¡Bendita Sanidad Pública española!... Y bendito también el modélico servicio que, dentro de ella, presta la madrileña Clínica La Concepción, junto con el no menos modélico concierto que con este hospital tiene suscrito la Asociación de la Prensa de Madrid.
      Y bien, también me parecía conveniente y necesaria esta confesión por otra razón muchísimo menos trascendente, pero que no dejaba de desazonarme. Tal razón no es otra que el interés de aclararme con tantos buenos amigos que no han dejado de enviarme en este mes atentos correos, algunos desde los más lejanos confines, amablemente interesados, muchos de ellos, en especular sobre la razón del fenómeno, que ya sagazmente advirtieron, de la evidente quiebra habida en la cadencia, hasta entonces regular y sostenida, de incorporaciones de nuevos contenidos a este blog.
      Pues, aclarado queda. Efectivamente, ésta que les cuento es la razón, y no otra. Desde luego no, como un limeño apunta, que se me haya agotado la inspiración, ni tampoco, menos aún, los recursos documentales de mis fuentes, las cuales, por cierto y se lo agradezco, con tanta amabilidad tilda de sorprendentes y hasta de eruditas. No; por ese lado no hay problema, y puedo garantizarles que, en lo que hace a historias, sucedidos y personajes del culinario universo, hay fondo para rato. Eso sí, la cadencia de incorporaciones será otra a partir de ahora, sin duda más lenta y reposada, supeditada, como es bien de entender, al margen de maniobra que me deje y permita esta lucha por la misma vida en la que me veo empeñado.





7 comentarios:

  1. Hola Manolo,
    Mucha fuerza, ánimo y a pasar por encima de esa piedra que te ha colocado la vida en tu camino. Seguro que lo conseguirás.

    Un abrazo desde Brasil.

    Emilio

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  2. Ola Manolo,

    Sómosche de alí, de Ortigueira, e somos xente rexa. Estamos afeitos ao nordés é á brétema húmida, así que nos chega unha pequena raiola de sol para nos dar a vida.

    Unha forte aperta

    Manuel Bermúdez

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  3. Mucho ánimo y mucha fuerza, en esta lucha que es de todos.Un abrazo desde A Coruña

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  4. Que difícil es siempre escribir sobre uno mismo y todavía más difícil es
    escribir sobre una enfermedad que padeces, pues bien Manolo tú lo haces tan bonito, sencillo y tan sincero que solamente tengo una palabra en mi cabeza.
    ¡¡¡ MAESTRO!!!

    UN BICAZO Adela

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  5. Hay moita xente esperando verte disfrutar de próximo verán,coma sempre, na Vila.O mundo é dos que loitan. Moito ánimo dende Sanxenxo

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  6. En estos momentos tan difíciles deseamos tu pronta recuperación con esa misma fuerza y coraje que se desprenden de tus palabras.
    A Vera

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  7. Mucho ánimo, que es la parte más importante a la hora de afrontar un desafío de estos. Cuando te des cuenta estás de nuevo disfrutando la vida al 100%.

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