lunes, 11 de abril de 2011

Anchoa, tímida vuelta al Cantábrico


      Ya estamos en plena campaña de la anchoa en los caladeros cantábricos. Por el momento, por las informaciones que recogemos, las capturas no están resultando lo peor, a pesar de la queja generalizada de que las piezas son, en general, demasiado pequeñas. Peor es el asunto crucial de las cotizaciones, de los precios que se están pagando en lonja, que resultan aún más exiguos que las propias piezas, bastante por debajo de los 3 euros por kilo. 
Pesca tradicional, de cerco
      Pero, en fin, la buena noticia, en todo caso, es que en el Golfo de Vizcaya se está pescando, así sea en estas condiciones de precariedad. Que parece haberse superado, y dejado atrás, la gravísima coyuntura que esta pesquería sufrió a partir de 2005 y hasta el año pasado prácticamente, período en el que la UE decretó una moratoria, un forzado descanso biológico para esta pesquería, sin la cual, muy probablemente, la presencia de la anchoa en el Cantábrico hubiera pasado a la Historia.
      Según los expertos biólogos de la Unión Europea, la biomasa mínima estimada de esta especie para garantizar su supervivencia futura en la zona no puede bajar en ningún caso de las 33.000 toneladas. Es decir, reiterando la explicación para mejor ponderarla: que esa es la cifra total de individuos que los expertos estiman debe haber como mínimo en ese Mar Cantábrico para garantizar la supervivencia de la especie. Y ahora la ponderación: en años de aún buena memoria, allá por los sesenta, los rendimientos de pesca en la zona sobrepasaban con holgura, en algunas campañas, las 80.000 toneladas. De ahí se pasó a 30.000, en los setenta; a menos de 20.000, en los ochenta; y a poco más de 1.500 en ese 2005, lo que forzó a suspender la campaña apenas comenzada, por la dramática verificación de la inutilidad del esfuerzo y el gravísimo peligro al que se había llegado.
      ¿Qué pasó, entonces, y de quién fue la culpa? Evidentemente, todos los implicados, armadores, asentadores, pescadores, fueron culpables en su cuota alícuota, pero será de justicia poner en conocimiento general los distintos grados de aquella responsabilidad. Los datos, expuestos en términos lineales, parecen apuntar a España, que en teoría disponía del 90% de la cuota comunitaria en la zona, con unos 300 barcos implicados. Sin embargo, la realidad -y debe saberse- es que fueron los franceses, con su exiguo 10% restante, los que más presionaron, con diferencia, el caladero. Y la pregunta es obvia e inmediata: ¿cómo es posible esto, si los galos apenas disponían de unos 80 barcos? Pues, muy sencillo: los barcos españoles mantuvieron siempre –y defendieron- la utilización del arte tradicional, es decir, redes de cerco de superficie y media profundidad. Los franceses, por contra, pese a las dramáticas denuncias españolas, que resultaron inútiles en su día ante la UE, pusieron en juego embarcaciones modernas, de gran potencia de arrastre, que permitieron la utilización de redes pelágicas (las tristemente famosas redes pelágicas, que operan a gran profundidad), cuyo efecto es devastador en lo cuantitativo (los 80 barcos franceses capturaron en el periodo 1993-2005 más de 175.000 toneladas, frente a las menos de 167.000 de los 300 cerqueros españoles), y aún peor en lo cualitativo, porque las capturas a alta profundidad impiden gravemente que los individuos renueven su ciclo vital, ya que la anchoa, que vive la mayor parte del año en los grandes fondos, sube a la superficie con los primeros calores que apuntan a la primavera ...para desovar, es decir, para perpetuarse como especie.
      Confiemos en que esos casi cinco años de condena impuesta, de veda obligada, hayan servido, al menos, para remover las conciencias, y más aún, las codicias. La pesquería de la anchoa vuelve, y esa es la mejor noticia, así sea tímidamente y con la campaña tradicional notablemente acortada (antiguamente, aunque no hace de ello ni una década, la costera de la anchoa se iniciaba siempre con el arranque de marzo; ahora, ese inicio casi se ha visto retrasado un mes, aunque confiemos en que sea para bien y garantía de futuro. Ojalá que todos hayamos aprendido la dura lección, que no es otra que la de la sostenibilidad imprescindible.
      Mañana, como complemento de continuidad, les emplazamos para contarles de las muchas curiosidades históricas de esta especie, y de las notas más relevantes de su cocina. Buen provecho.









No hay comentarios:

Publicar un comentario